Cine y Medios: ¿Cuál fue el punto de partida para "La niña guerrera"? ¿Cuándo surge la idea en tu cabeza?
Laura Ramos: En el año 2003. Me interesó como tribu urbana, la de las chicas lesbianas jóvenes. Cuando empecé a hacer las primeras entrevistas me encontré con una narrativa de chicas que superaban la categoría lesbiana. En un plano inicial parecían chicas lindas, modernas o frívolas. En las sucesivas capas de sus historias me encontré con tragedias, dramas y comedias. Creía que estaba haciendo Sex and the city y me encontré con Shakespeare.
C&M: ¿Cuánto tiempo le dedicaste al libro en total, desde su génesis hasta su publicación?
LR: ¡Seis años! Cada mes que pasaba, cuando creía que el libro estaba terminado, aparecían chicas más y más interesantes. Una hija de diplomáticos que se crió en Marruecos, una chica africana que se enamoró de una comandante del ejército sadomasoquista, hijas de revolucionarios de los setentas…
C&M: ¿Cuál fue el criterio para elegir las historias que conforman el libro?
LR: La intensidad, la verdad, el dramatismo y el humor. Cuando se conjugaba todo eso, la historia entraba. Dejé mil historias afuera: algunas eran tan dramáticas que parecían un informe de la ONU, otras carecían de profundidad. Yo quería que cada historia fuera una novela, una pequeña novela real. Se trata de un libro político porque la elección sexual es un hecho político, pero yo quería hacer una narrativa…
C&M: Por lo que has aclarado, se trata de un trabajo conjunto con un equipo realizando entrevistas en diferentes países para conseguir cada una de las historias. ¿Cuál es la dinámica de este tipo de trabajo, cómo la coordinaste?
LR: Trabajé con seis amigas y un amigo. Una escritora italiana, Stefania Fumo, a la que yo llamo la princesa trash, que no es gay y vivió en buenos Aires un par de años (en San telmo, donde adoptó varios perros y gatos), entrevistó a la chica italiana que se crió en Marruecos (es su amiga íntima). Otra amiga argentina se fue un año a vivir a Alemania y allí entrevistó a varias chicas (sólo quedó una en el libro). Las otras eran amigas de amigas, algún amigo, que viajaba y me traía entrevistas. Después yo hice un solo viaje y volví a entrevistar a todas las que fueron elegidas.
C&M: Teniendo en cuenta la densidad y complejidad de las historias y temas que aborda, ¿Le asignarías a tu trabajo un valor extra-periodístico o extra-literario?
LR: Creo que el valor agregado está en el prólogo, donde cuento quién escribió este libro y desde dónde está escrito (y por qué lo hice): mi infancia entre feministas, mis padres bohemios, la literatura feminista y lesbiana que circulaba en mi casa y, finalmente, la historia cómica y siniestra en la que traté de engañar a las amigas de mi madre.
C&M: ¿Cuál fue la historia que más te movilizó en lo personal? Y si tuviste algún feedback de lectores, ¿Cuál creés que ha sido o puede ser la más movilizante para otros?LR: La narración de las infancias de las chicas se escribió sola. La de
Dalia Rosetti (la virgen prostibularia), la de
Lisa, la rubiecita de la Boca que se agarraba de la mano de su primera novia por debajo del mantel del comedor de su casa, la de
Albertina Carri en el campo, la infancia revolucionaria de Marta en las citas tabicadas, en las huidas en auto con su mamá: todas esas infancias me capturaron, me deleitaron e hicieron que valiera la pena el trabajo infernal que me costó el resto. Pero la que más impacta es la de
Marta Dillon. Los lectores flashean con la mezcla de política, sexo, drogas, virus y problemas de género que plantea.
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